jueves, 5 de julio de 2012

Mataron al chivo


Luego de sietes meses de ausencia, me digno ahora a presentar otra de mis novelas favoritas del nóbel Mario Vargas Llosa: “La fiesta del chivo”, publicada en el año 2000, esta obra es una perfecta metáfora de la dictadura fuji-montesinista que acababa de colapsar por la corrupción sacada a flote. El libro habla sobre los momentos álgidos y finales del gobierno dictatorial de Rafael Léonidas Trujillo (1891-1961) que gobernó República Dominicana, como si fuera su finca personal durante más de treinta años.


El relato empieza a comienzas de los años 90, con el regreso de Urania Cabral a la bulliciosa ciudad de Santo Domingo tras un largo auto-exilio. Era una mujer ejecutiva exitosa que trabajaba duramente en el banco mundial, con ajetreados viajes y reuniones gerenciales. Era la primera vez que tomaba vacaciones en su vida, llegaba para afrontar su tormentoso pasado representado en su cuadrapléjico padre Agustín Cabral, antiguo colaborador del régimen trujillista, que apenas podía moverse y hablar. Su familia siempre quiso saber la inexplicable partida de Urania y este era el momento de saber la verdad.


Para hablar de la dictadura del “chivo”, tenemos que remontarnos en las intervenciones militares de EEUU tras su victoria frente a España por la posesión de Cuba a finales del siglo XIX. El cuerpo de marines que ocupaba con puño de hierro, la isla de la Española desde 1915, empezaba a construir una serie de cuerpos armados en los países que ocupaban en el Caribe y Centro-América llamados ”Guardias nacionales” a imagen y semejanza de ellos que defenderían sus intereses a sangre y fuego. En diciembre de 1918, se enlistaba un joven mulato lleno de complejos y resentimientos llamado Rafael Leónidas Trujillo. Su brutalidad, don de mando y determinación le hicieron ganar elogios entre sus superiores. Su instructor americano le dijo que iba a llegar lejos, aquellas palabras fueron proféticas en poco tiempo.


El dictador en sus discursos siempre alabó la instrucción que recibió por parte de los marines para convertirlo en el estadista que llevaba el progreso a la República Dominicana. En 1930, da un golpe de estado e instaura una de las épocas más oscuras y siniestras que ha tenido la isla desde los tiempos de Colón, Jacques Dessalines y Ulises Heureaux. También el Caribe y América Central estaban gobernados por una serie de dictadores como Batista, Somoza y Francois Duvalier que tenían la bendición de los EEUU y que favorecían a las grandes compañías americanas que explotaban sus recursos .




El gobierno de Trujillo, se caracterizó por ser un brutal estado policial donde la libertad era coartada. También por un rimbonbamte culto a la personalidad, donde habían miles de estatuas en su honor, muchos lugares eran nombrado con su nombre (ejm se bautizó Santo Domingo como Ciudad Trujillo) y la propaganda narcotizante dominaba la vida de los dominicanos. También se celebraban pomposamente varias fechas especiales que homenajeaban su despiadada tiranía. El chantaje y la adulación eran los valores del régimen. Además la familia Trujillo empezó a acaparar en sus manos la economía isleña, concentrando la riqueza en pocas manos.


A finales de 1937, su rencor y odio hacia sus antepasados haitianos hizo que miles de de ellos fueran masacrados a machetazos u ahorcados a lo largo de la frontera con Haití, se estiman unas 15 000 víctimas. Los que no podían pronunciar la palabra “perejil” eran asesinados de manera brutal, sin importar que fueran mujeres, niños y ancianos. Para Trujillo era una manera de vengar con la misma moneda la invasión bestial del rebelde haitiano Jacques Dessalines tras la retirada de las tropas francesas de la Española. En 1805 invadió la parte hispana de la isla, masacrando y esclavizando a la población blanca que se encontraba allí. La masacre, era una victoria aplastante de los católicos dominicanos frente a los salvajes haitianos que practicaban la brujeria y el vudú.


Las cosas iban viento en popa, cuando la revolución cubana encabezada por el barbudo Fidel derrocó al dictador Fulgencio Batista, ahijado de la embajada americana y amigo de los gansteres Meyer Lansky y Vito Genovese que pasaban sus vacaciones divirtiéndose en los casinos, burdeles y cantinas de la Habana. Pero el anciano autócrata estaba dispuesto a combatirlo si eso hacía falta y eso lo demostró al vencer una invasión guerrillera mandada desde Cuba en junio de 1959.



Trujillo destacaba la confianza de sus colaboradores a su causa, se podía destacar a Agustín Cabral apodado “cerebrito”por su inteligencia. Era un viudo que vivía con su única hija llamada Urania a la que consentía con regalos, fiestas y grandes viajes. Ella vivía en un mundo donde todo era color de rosa, pero un acontecimiento demostró que no todo era perfecto en el universo creado por el benefactor. En un baile organizado en el palacio nacional conoció a Ramfis, el hijo descarriado del sátrapa. Su padre tuvo que sacarle de la fiesta, cuando el joven cortejaba a la adoslecente generándole confusión e incomodidad. Al llegar a su casa, le dice que es una persona muy peligrosa y maltrataba mucho a las niñas.


Ramfis Trujillo (1929-1969) era una persona que se destacaba por su conducta libertina y a menudo violenta. Se hablaba de que protagonizaba terribles bacanales y se lo veía acompañado de prostitutas junto con otros aduladores tan descarriados como él, que celebraban sus excesos ya fueran violaciones, asesinatos entre otros crímenes. Su hermano menor Radhamés también le seguía sus pasos que lo llevarían a su perdición. Sus parrandas eran acompañados por su infaltable ex cuñado Porfirio Rubirosa, un playboy indomable pero más inteligente que ese par de galifardos. Su padre estaba sumamente decepcionado de sus hijos, había procreado una descendencia legítima y bastarda para construir su tan anhelada dinastía. Preferían tirarse a putas francesas, jugar polo y emborracharse que ayudarlo en las tareas de gobierno.


Entretanto la brutalidad seguía imperante, el secuestro y desaparición del exiliado español Jesús Galindez que había escapado de las garras del franquismo solo para caer en el infierno caribeño cuyo amo supremo era el chivo más el asesinato y violación de las hermanas disidentes Mirabal escandalizaron a la opinión pública internacional. Se hizo patente la figura siniestra de Jhonny Abbes que estaba al día con la implementación de las torturas más brutales. El intento de asesinato del presidente venezolano Rómulo Betancurt por parte de su servicio secreto fue la gota que colmó el paso que hizo que se decretara un embargo internacional que aisló al país.


En medio de este panorama, la lealtad de “Cerebrito” fue puesta a prueba cuando ya no gozaba del favoritismo de Trujillo, había caído en desgracia. El dictador se caracterizaba por probar a sus funcionarios su fidelidad de una y mil maneras. A Agustín le tocó la manera más difícil, en un encuentro que tuvo con un diplomático, este le recomendó que entregara a su hija a las fauces libidinosas del “chivo” para congraciarse con él.


Está resuelto a complacerlo y este la hace llevar a su hija con engaños a la mansión que tenía el generalísimo en la localidad de San Cristobal. Allí conocería la maldad simbolizada en él. La adolescente sería ultrajada por el mismísimo Satanás, ya que Trujillo no era un ser humano...sino la representación de Lucifer en la tierra. Tras esta horrible experiencia, comenzaría un prolongado exilio que duraría treinta años. Por esta razón mantuvo el misterioso motivo de su ausencia y una animadversión hacia todo tipo de contacto hacia los hombres.


Un pequeño grupo de militares encabezados por Antonio de la Maza, planificaron su asesinato, esto era apoyado por la CIA que veía al tirano como un estorbo que solo provocaría su brutal represión a la disidencia una mayor expansión del comunismo por todo el Hemisferio Occidental. La noche del 30 de mayo de 1961, el comando atacó a balazos el auto en que se desplazaba Trujillo cuando se dirigía a su finca. Las víctimas de su prolongada dictadura eran vengadas con cada ráfaga que recibía su innoble cuerpo. “Este buitre no come más pollo” festejaba uno de los magnicidas. Lamentablemente el golpe de estado que le habían prometido a los conspiradores hecho por el general San Román no ocurrió siendo perseguidos, asesinados y torturados por las garras siniestras de Abbes y Ramfis que deseaba vengar la muerte de su padre y amo respectivamente. Solo uno escapó indemne.


Tras su violento deceso, Joaquín Balaguer (1916-2002) que fungía como presidente títere pudo evitar con mucha sagacidad una lucha intestina por la migajas del poder. Neutralizando las ambiciones de la familia del fenecido líder que ambicionaba controlar el país. Muchos trujillistas de corazón se convertieron en fervorosos demócratas...una metamorfosis bastante oportuna en la coyuntura álgida que vivía la isla. A pesar de la transición política no evitó que República Domincana en pocos años cayera en una guerra civil que contó con la intervención de los marines para evitar que se convirtiera en una “Nueva Cuba”.


Urania Cabral confesó en la cena de despedida su terrible secreto a sus familiares, echándole la culpa a su cuadrapléxico padre de su desgracia personal. Poco después retornaría a Nueva York para retomar su ajetreada agenda profesional que le llenaba su vacio espiritual. Para concluir la situación socioeconómica de los dominicanos no cambió mucho tras la muerte del chivo. Se instauró una democracia de opereta, muchas familias poderosas que se enriquecieron y formaron parte de la corte de aduladores del sátrapa gobiernan el país. Los descendientes de Trujillo hasta el día de hoy niegan sus crímenes e incluso que haya sido asesinado ... pero eso es otro tema.